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Julieta Lopérgolo ::: Más lento que la noche

  • Foto do escritor: davisdiniz
    davisdiniz
  • 28 de ago. de 2020
  • 2 min de leitura

Atualizado: 3 de set. de 2020



Nesta manhã

as árvores alumbravam

uma primavera perfeita.

Porém era outono,

temperando o amarelo,

secando o tempo

como uma roupa

dependurada no varal.

*

Montada na crina do rio

considero

pescar

– não o que sobe –

o que cai.

*

Quão sozinhos cantam hoje

o silêncio,

a luz solar

– as fiaduras frágeis do dia

escolhidas para perdurar –

e o rio.

A água sacode essas lâminas resplandecentes

extraídas do que nunca

mas nunca

fala.

*

O rio era um temor dito

até o cansaço.

Não vamos espreitar o que não se detém,

o que tremula a velocidade constante.

Não vamos nos molhar

nessa desmesura

de quem.

Não vamos desobedecer.

*

A urgência se remonta

em sentido contrário.

Nadamos

para salvar o redemoinho de sua causa.

Cada qual em seu curso,

evitando.

*

Isto ficou:

a sobrevida que açoita o fogo

como se levantara em liteiras

o perdido

e o alumbrara

num pequeno céu

para depois soltá-lo

como água de cinzas.

*

Palavra alguma vem a socorrer,

uma palpitação,

uma desculpa.

Nada.

Não há perdão

para o que não se comete.

O perdão é do tempo

que crava estacas

na carne dos dias.

*

O que já não temos permanece

assim perdido.

Na quilha do tempo

revirada

sinto um retorno frágil de minutos

como um vento de nada.

Agora envelheço

como quando alguém repete um nome

até não ter sentido.


___

Julieta Lopérgolo nasceu em Rosário (Argentina) em 1973. Formou-se em Letras e em Psicologia. Publicou em 2018 Para que exista esa isla (Postales Japonesas, Córdoba). É também autora de Más lento que la noche (Postales Japonesas, 2019), livro do qual vem os poemas traduzidos aqui, e de Agua de Pozo (Ediciones Arroyo, Santa Fe, 2020). Em 2019 Julieta Lopérgolo ganhou com o livro Pero en el aire o terceiro prêmio na categoria de poesia do Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes. Vive em Montevideo (Uruguai) desde 2017.

___






Esta mañana

los árboles alumbraban

una primavera perfecta.

Pero era otoño,

templando el amarillo,

secando el tiempo

como una ropita estirada

en la soga.

*

Montada en el pelo del río

considero

pescar

‒no lo que sube‒

lo que cae.

*

Qué solos cantan hoy

el silencio,

la luz del sol

‒las hebras frágiles del día

elegidas para perdurar‒

y el río.

El agua sacude esas briznas resplandecientes

extraídas de lo que nunca

pero nunca

habla.

*

El río era un temor hablado

hasta el cansancio.

No vayamos a mirar lo que no se detiene,

lo que tiembla a velocidad constante.

No vayamos a mojarnos

en esa desmesura

de quién.

No vayamos a desobedecer.

*

La urgencia se remonta

en sentido contrario.

Nadamos

para salvar al remolino de su causa.

Cada quien en su sitio,

evitando.

*

Esto quedó:

la sobrevida que azota el fuego

como si levantara en andas

lo perdido

y lo alumbrara

en un pequeño cielo

para luego soltarlo

como agua de ceniza.

*

No viene una palabra a comparecer,

un latido,

una excusa.

Nada.

No hay perdón

para lo que no se comete.

El perdón es del tiempo

que clava estacas

en la carne de los días.

*

Lo que ya no tenemos permanece

así de perdido.

En la quilla del tiempo

dada vuelta

siento un retorno frágil de minutos

como un viento de nada.

Ahora envejezco

como cuando uno repite un nombre

hasta que no tiene sentido.





___

Julieta Lopérgolo nació en Rosario (Argentina) en 1973. Es licenciada en Letras y en Psicología. En 2018 publicó Para que exista esa isla (Postales Japonesas, Córdoba, Argentina). En 2019, Más lento que la noche (Postales Japonesas, Córdoba, Argentina). En 2020, Agua de Pozo (Ediciones Arroyo, Santa Fe, Argentina). En 2019, su libro Pero en el aire ganó el tercer premio en la categoría Poesía del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes. Desde 2017 vive en Montevideo.

 
 
 

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